Camello, león, niño. ¿Dónde estoy yo? Quizá siempre he querido ser niño pero no he pasado aún del león. Pues si bien acepto la inocencia del devenir y tomo la vida como afirmación, aún soy un puro nihilista. ¿Es tal actitud errónea? Quizá lucho demasiado, quizá sólo en la lucha por mí mismo encuentro el sentido de mi vida, pero eso es lo que me ayuda a sentirme vivo: crecer cada día. Pero la esfera del conocimiento crece; cuanto más grande es, mayor es el ámbito de elementos que sabe que no abarca. Como ser finito, no puedo tocar lo infinito, pero como ser humano, vivo de sueños. Sí, eso es quien yo soy. Un simple ser humano.